martes, 18 de agosto de 2009

Cosas a cambiar en el sistema democrático

He aquí una lista de cosas que no estaría mal revisar en nuestro sistema democrático:

Primero. La necesidad de reflotar a los partidos políticos nos hizo optar por un sistema que ha conferido un poder excesivo a sus órganos directivos. La única manera de devolver el poder a los ciudadanos es cambiando el sistema electoral para que se elijan a personas que pertenecen a partidos políticos en lugar de a partidos políticos que deciden las personas que nos gustan.

Segundo. Nos ha seguido marcando demasiado nuestro pasado en política exterior. La influencia de la vecindad con los países árabes y de amistad histórica con los países latinoamericanos nos ha impedido profundizar la relación con la primera potencia científica y tecnológica del mundo: EEUU.

Tercero. La descentralización del poder central mediante el establecimiento del sistema autonómico debió haber quitado bazas y justificación a los partidos nacionalistas con ánimo disgregador. ¿Se consiguió el objetivo anhelado?

Cuarto. Acercar el poder de decisión al pueblo mediante la soberanía y elecciones municipales se ha hecho de una manera, en cambio, que ha constituido una fuente constante de corrupción a nivel local. La distribución de la estructura financiera entre Estado, autonomía y municipios, seguramente no es correcta.

Quinto. Si se excluye la devolución de la soberanía popular y la apertura al exterior –que no es poco-, no se ha hecho nada serio para adecuar los sistemas educativos a la modernidad. Lo poco que se está haciendo es el fruto del esfuerzo de la sociedad civil al margen de los gobiernos.

Sexto. La universalización necesaria de las prestaciones sociales ha mermado su calidad y reconocimiento por parte de la sociedad civil: educación, sanidad, ocio, protección civil y seguridad. Tarde o temprano habrá que buscar nuevas y originales formas de fortalecer el Estado del Bienestar.

Séptimo. Ni el Estado ni la sociedad civil han hecho todo lo necesario para sentar las bases de la incorporación de la mujer a los procesos de producción. El actual sistema está profundamente desequilibrado, sin apenas compensación para las mujeres con hijos que trabajan y menos todavía para las mujeres con hijos que no trabajan.


Fuente: blog de Eduard Punset.

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